DE FRANCISCO DE GOYA A ANTONIO ORDOÑEZ

DE FRANCISCO DE GOYA A ANTONIO ORDOÑEZ

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La estrecha relación entre el mundo artístico y la fiesta de los toros se vio fielmente reflejada en la obra gráfica de Francisco de Goya ó como le llamaban en la época D. Francisco de los Toros. En el siglo XX, los trajes goyescos han vestido a Antonio Ordoñez, Luís Miguel Dominguín, Curro Romero, Paco Camino, Paquirri, José María Manzanares, Espartaco, Julio Aparicio, José Tomás, Javier Conde, los hermanos Rivera Ordóñez, Sebastian Castella, Enrique Ponce… por citar sólo algunas de las grandes figuras del toreo. Inspirados por Goya nacen como una simbiosis del mundo del toro y el de la moda. Hay que destacar el diseñado por Francis Montesinos para César Jiménez, el de Lorenzo Caprile para Pepín Liria y Enrique Ponce y el famoso traje plateado con cristales de Swarovski de Armani para Cayetano Rivera.

Si hacemos un poco de historia, tenemos que decir que antes del siglo XVII el toreo no era considerado como una profesión y los lidiadores vestían con su ropa habitual, la que le correspondía según su situación social, es decir caballeros o pajes. El toreo a caballo, ya que el de a pie todavía no era relevante, era entonces considerado más un deporte que un espectáculo y los caballeros eran ayudados desde la arena por los pajes. Los primeros trajes datan del siglo XVII cuando los toreros profesionales navarros y andaluces junto con sus cuadrillas acudían a las fiestas con indumentarias específicas para la actuación.
En el siglo XVIII ya se dibuja los inicios del traje de torero y por primera vez en la historia de la tauromaquia, un torero se enfrentaba a los toros con estoque y muleta vistiendo calzón, coleto de ante negro, mangas acolchadas con terciopelo negro y cinturón bien ceñido. Más adelante se cambió el ante por la seda, adoptándose el traje de majo que ha llegado hasta nuestros días.

El traje goyesco como tal no surge hasta 1954, cuando Antonio Ordóñez, abuelo de Francisco y Cayetano Rivera, funda las corridas goyescas en la plaza de toros de Ronda, como homenaje a Pedro Romero. Le siguen el Concurso de Enganches y la Corrida Rondeña de Rejones con los herrajes bruñidos, las recias obras de talabartería, los cueros repujados, los cascabeles en sinfonía formando cortinas de arte en enganches y corceles.

En el caso del hombre, el traje se forma de camisa blanca con un fajín, chaquetilla en tejidos ricos corta abotonada y adornada con bordados y pañuelo al cuello haciendo juego con el fajín. El pantalón es ajustado y llega hasta debajo de las rodillas viéndose las medias blancas. Y redecilla bordada negra a la cabeza, rematada ésta por una borla o «madroño» en su extremo. En el caso de la mujer, el traje de goyesca se compone de un corpiño ajustado muy escotado y un pañuelo tapándolo, mangas con farol en hombro y luego ajustadas, redecilla a la cabeza, también falda de vuelo desde la cintura con mandil. El traje suele ir bordado, tanto la falda como el corpiño.


La Goyesca tiene una personalidad propia que la hace ser diferente. Y es que se combina el espectáculo único de esta singular corrida, con el marco inigualable de la bicentenaria Plaza de la Real Maestranza de Caballería de Ronda. Son muchos los elementos que convierten a la corrida Goyesca en un acontecimiento muy especial, pero sobretodo el arte y la cultura.

Jacqueline Campos

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